Dormido, bajo la salEl yacimiento de tú antigua paz
Me perdi en el lago de los cisnes negros
Y mis ojos atravesaban la niebla
Vagué ebrio y a la niebla espesa le concedí el rubí de mi pecho
Que conservé siempre celosamente
Me entregué a lo perverso
Un pacto eterno con el descenso
...
No perdere más ni un solo instante
Haré de este cuerpo dócil y frio
Un cuenco antiguo
Le llenaré de mares y versos
De cristales y hielo
De pensamientos y pesares
Pues será la pócima
De la que se desbordarán las palabras
Será la tierra de la que crecerán todas las cosas
Y yo moriré al fin
Para finalmente preguntarme
¿Quién soy?